Estrés y enfermedad mental: la otra epidemia

Resumen

En 1936, Hans Selye describió una serie de respuestas fisiológicas y conductuales en animales de laboratorio a las que llamó “un síndrome general ante estímulos nocivos”. Tiempo después, este síndrome sería ampliamente conocido bajó el nombre de “estrés”, un término que antes sólo era aplicado a las fuerzas de desgaste que actúan sobre diferentes materiales de construcción, pero que ahora, dentro de las ciencias de la salud, hace referencia a una serie de respuestas fisiológicas y conductuales que se producen cuando un organismo enfrenta una situación de reto o desafío. Estas son las respuestas de estrés y a los estímulos que los desencadenan se les ha llamado estresores o estímulos estresantes.

Cuando un organismo percibe una situación de peligro, como la presencia de un depredador, la información sensorial llega hasta los centros del cerebro que se conocen como sistema límbico y que se encargan de regular las emociones. Dentro de este sistema se activan estructuras como la amígdala, un conjunto de neuronas encargado de “interpretar” el valor emocional de los estímulos. Se podría decir que la amígdala clasifica todo lo que experimentamos en 3 categorías: lo bueno, lo malo y lo desconocido. Ante estímulos “malos” o de peligro, es decir estresores, se activan más estructuras del sistema límbico que se encargan de regular las emociones y las respuestas conductuales asociadas a esta. Por ejemplo, la activación del hipotálamo producirá la secreción en cascada de hormonas cómo la hormona liberadora de corticotropinas (CRH en inglés) que viajará hasta oro conjunto de neuronas en la glándula hipófisis para activarla y ésta a su vez secretará la Hormona adrenocorticotrópica (ACTH en inglés) la cual viajará a través del torrente sanguíneo hasta llegar a las glándulas adrenales, justo encima de los riñones. La estimulación de las glándulas adrenales hace que secreten cortisol, hormona que viaja en el torrente sanguíneo para producir un cambio en las funciones de diferentes órganos con el fin de aumentar los recursos que deben llegar al cerebro y al músculo para hacer frente a los estímulos estresantes. Por ejemplo, se acelera la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardiaca, mientras que se inhiben procesos no necesarios como la digestión y la peristalsis. Todo esto mediante la activación del sistema nervioso simpático encargado de regular las respuestas autónomas del cuerpo. El cortisol y los glucocorticoides también regulan el metabolismo de la glucosa, favoreciendo la ruptura del glucógeno almacenado para obtener nueva glucosa y la ruptura de la glucosa para obtener más energía y así enfrentar el peligro. Una vez que todo ha pasado los niveles de cortisol y corticoides empiezan a disminuir y el organismo comienza a funcionar de manera normal.

https://doi.org/10.25009/rmuv.2019.2.64
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